En esta ocasión me decidí por ir a Cantabria haciendo la estancia en Santander para así desde allí moverme.
No era iba a ser la primera vez que iba, pero si sería en la que fuera sin compañía. En este viaje quería conocer lo que en la otra ocasión me dejé,
Comillas, y hacer alguna actividad, más que ir a más pueblos de los que
había conocido la otra vez.
De nuevo intenté moverme y gestionar mi viaje sin llevar mi coche, para ir y volver elegí el autobús que, aunque tarda más porque hace una parada larga de media hora en Burgos y alguna más para que se baje la gente, es cómodo, económico y me quito de perderme viajando sola, a la vez de que de esa manera no me pierdo el paisaje.
Lo primero que fui a visitar, porque aunque lo conocía me encanta es La Magdalena. Para ir usé el transporte público, ya que hay varias lías que te llevan hasta allí, la parada lleva su mismo nombre "Magdalena". Yo arriesgándome a que tomaran por tonta, cuando subí le pregunté al conductor si esa era la correcta, alguna vez me ha pasado que me bajo en la que se llama igual que el monumento, pero la entrada te pilla mejor si te baja en otra, de ahí mi consulta. Aquí tenéis el mapa de las líneas para que así de antemano sepáis cuáles podéis coger.
En este viaje tengo que reconocer que no me acerqué a la oficina de turismo porque todo lo pude organizar por internet antes de ir y con la recepcionista de mi hotel ^^. El resto de visitas que podéis hacer con coste y horario son el Centro de Interpretación de la Muralla de y el refugio Antiaéreo. Por lo contrario, la Catedral o el Faro no tienen coste. Al faro yo fui en el bus turístico que te hace la ruta y puedes subir y bajar cuantas veces quieras, una buena alternativa a un tour a pie, ya que, según cuando vayas, tiene muchas probabilidades de que te pille lloviendo, que fue lo que me sucedió a mí.
Y ahora hablemos de lo que más me gusta, la comida.
El primer día justo al salir del hotel se puso a llover, por ello no me compliqué demasiado y en el primer sitio que me llamó la atención, entré. Se llamaba Bambú, ofrece comida colombiana y tenía menú por 14 euros compuesto por primeros, segundos con acompañamiento, bebida y café. Me pareció que estaba todo muy rico y el camarero que me atendió fue muy amable explicándome incluso los platos, el sabor del plátano...
Y por último, os hablo de Sin Vueltas. Me tomé un bocata que estaba impresionante de rico y, cómo veis en la foto, la otra persona, una hamburguesa. Aún así, tiene en grande puesto en la pared que el menú diario de 10 euros (que no probé) y hay más alternativas.
Espero que os guste y os ayude en vuestra visita a la ciudad, lo próximo, alguna excursión desde allí.

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